domingo, 30 de octubre de 2016

El Chino Wong

El Chino Wong
10 de junio de 2015 a las 17:48
Era el día en que llegaba el paquebote de la United Fruit Company procedente de New York para traer mercancías para la Compañía y llevarse, esta vez para Panamá, centenares de sacos de 375 libras de la excelente azúcar que producía el Central Preston. Corrían los años turbulentos de 1938, y Europa ardía bajo la prédica nazi y sus continuados atropellos, lo que hacía presagiar que la guerra no estaba lejos...Yo en esa época, trabajaba de estibador en los muelles de Preston y a veces, como en esa ocasión, hacía de jefe de brigada. Luego de las maniobras reglamentarias, ejecutadas casi militarmente, el enorme barco quedó firmemente amarrado a los espigones del Muelle Grande, y seguidamente, bajaron la escalerilla de estribor, por lo que deduje que el barco traía pasajeros y no me equivoqué. A la barandilla acudieron tres personas seguidas del viejo Joe Smith, el capitán del barco, hombre sabio y humilde, que era mi amigo, el cual al verme, me saludó con el brazo. Los tres pasajeros eran, un ingeniero norteamericano y su esposa, y un chino vestido con la mitad del traje tradicional shen-i que yo conocía por haber vivido tres años en san Francisco, y visitado frecuentemente su barrio chino, donde aún tengo algunas buenas amistades. El traje que vestía el pasajero del Celeste Imperio era una especie de "saco" de mangas largas muy holgado en los brazos, un pantalón también ancho y unos zapatos parecidos a alpargatas. Toda su vestimenta era de color blanco marfil, y como equipaje, traía un maletín de color rojo bastante grande. No usaba 'coleta" como algunos que vi en San Francisco.
Todos bajaron por la estrecha pasarela, en fila india que comenzaba por la esposa del ingeniero, una joven muy bonita, y terminaba con el capitán Joe. A la pareja, los esperaba el responsable de personal del Central con dos criados, que se ocuparon de su equipaje, bastante voluminoso. El capitán Joe, me saludó con un fuerte estrechón de manos y me dijo:
- Hola Mister Manolo, cómo estar todo por acá? A los que yo respondí:
- Hola Capitán Joe, un gusto verlo por estos predios! Bien gracias a Dios; El país va saliendo de la crísis, el Central produce buena azúcar, y el pueblo, como apreciará cuando los visite, sigue creciendo.
-Me alegro Mister Manolo...Ahora quisiera pedirle un favor...
- Diga Usted Capitán Joe, lo escucho...
El se apartó, y le hizo una seña al chino, el cual esperaba con el respeto que caracteriza a los de su raza, un poco separado de nosotros, el cual se acercó, y nos hizo una breve reverencia...
- Mister Manolo, le presento a Mister Wong, un caballero recomendado a la Compañía, y que a partir de hoy, vivirá en el China Town de Preston. Quisiera que me hiciera el favor, de conducirlo hasta ese lugar.
Mister Wong, haciéndome una breve reverencia, me tendió una mano nervuda y fuerte, que estreché al mismo tiempo que le decía:
- Nice to meet you Mister Wong...
A lo que rápidamente contestó:
- El gusto es mío Mister Manolo...Gracias, pero puede hablarme en español, pues yo domino perfectamente ese idioma, y 8 más...
Su respuesta me sorprendió, pero sin dar muestras de ello, le contesté:
- Lo voy a conducir al Barrio Chino, no se preocupe Mister Wong...y al Capitán Joe:
- Capitán, permítame delegar en mi segundo las maniobras iniciales de la carga y descarga del buque y enseguida estoy con vosotros...
Llamé a Julián, el segundo jefe de brigada, le di las órdenes oportunas y le dije que yo regresaba en unas dos horas. Luego me despedí del Capitán Joe, y le dije al señor wong que me siguiera.
Aprovecho para describir a este personaje suigéneris...Era el chino Wong un hombre de unos 35 a 38 años, aunque con los chinos, uno nunca sabe...De fuerte contextura, aunque delgado y de no más de 1.65 metros de estatura, caminaba con una gran elasticidad, como un hombre que se ha ejercitado mucho a lo largo de su vida. Y mientras caminábamos a través de la Séptima Avenida, aproveché para contarle cómo a finales de la década pasada, comenzaron a llegar chinos al Central, y que la Compañía les había construído una especie de hotel, en la parte trasera de la fábrica, donde vivían unos 12, y que todos laboraban en el Central. Hablando de esa forma, llegamos pronto frente a la estructura de madera, a la cual ellos daban el nombre de Hotel de los chinos y también Chinatown.
En ese momento había uno enfrente del edificio, ocupado en sembrar maní, el cual luego sería una forma de buscarse la vida, vendiéndolo tostado en el terrible periódo del "Tiempo Muerto", pregonando por las calles del pueblo: "Maní, Maní tota'o"...En cuanto nos vió, se enderezó y limpiándose las manos en el pantalón, se acercó, hizo el saludo típico de los asiáticos, y dijo algo en enrevesada lengua, a lo cual contestó Wong en el mismo idioma. Yo me quedé atrás, y Wong, dándome las gracias, dijo que él se quedaba "con sus hermanos".
Ok, contesté, y regresé rápidon al muelle, donde continuámos la descarga hasta pasadas las 8 de la noche. No volví a ver al chino Wong hasta la semana siguiente.
Me encontraba en el Siglo XX almorzando, cuando vi llegar al chino Wong en compañía de un personaje, chino también, del cual se hablaba mucho en Preston, al cual le decían Mister A. Este misterioso personaje, del cual decían que tenía intereses en el contrabando de ron hacía Estados Unidos, era, según muchos, el que había traído todos los chinos a Preston, y vivía en una gran casa, estilo "Bungaló", al final de la séptima Avenida. Además estaba casado con una hermosa trigueña cubana, y tenía un ford
del año. Era alto para ser un chino, y delgado, de carnes enjutas, y había algo en su mirada que imponía respeto. Ambos se acomodaron en una de las mesas, y el chino Wong me hizo un ligero saludo con la cabeza, al cual yo respondí, y enseguida comenzaron a hablar en su idioma, con voz velada. Eran como las 1 y 30 de la tarde, y no había mucha gente en la calle, pues como todo pueblo donde habían españoles, era la hora de la "siesta"...Cuando ya estaba al irme, llegaron dos sujetos, uno con traza de matón, cubano, y un chino, y se acomodaron en el mostrador. El cubano le dijo al empleado:
- Ponme dos líneas de paticruzao, pero rápido!
El barman lo atendió enseguida, pues se dio cuenta por su catadura, que era un individuo peligroso.
Luego de beberse de un golpe su trago, se dirigió, seguido del chino, a la mesa donde se encontraban Mister A y Wong, y parándose a menos de un metro, le increpó a Mister A:
_ Tengo un recado del "Duque" para ti, chino...Si no le pagas su parte hoy, eres hombre muerto...
Cuando oyó las palabras del rufián, el chino Wong se paró y se puso entre mister A y el hombrón sin decir una palabra. Mister A le respondió:
- Ya el "Duque" cobró, y no recibirá ni un centavo más!
El bandido se enfureció y trató de apartar a Wong lanzando un manotazo, pero éste, con una gran rapidéz, lo agarro por el brazo, se lo dobló y lo tiró contra su acompañante chino, rodando los dos por el suelo, pero el chino, como si rebotara, estuvo en pie enseguida, y dando una alarido, se lanzó sobre Wong, el cual con una agilidad felina, se apartó ligeramente, y lo golpeó en la nuca con el canto de la mano derecha, y su adversario se desplomó como un saco; inmediatamente se viró hacia el cubano que lo atacabo con los puños en ristre, y agarrándolo por la mano izquierda, lo levantó en peso y lo arrojó sobre su insconciente compañero...Todo esto ocurrió en contados segundos, durante los cuales, yo no me había movido de mi asiento. Al echar la silla hacia atrás para levantarme, sentí la fría mirada de Mister A, pero sin hacerle caso, salí por la puerta trasera. Luego me enteré que los que comenzaron la discusión, habían terminado en el hospital con algunas fracturas y contusiones, y que los guardajurados, algo así como la policía del pueblo, no habían interrogado a Mister A y su guardespalda el chino Wong, y cuando me interrogaron a mí, les dije que yo no había visto nada...
Qué poder extraordinario tenía Mister A? Era realmente un traficante de bebidas alcohólicas hacia Estados Unidos y el Caribe? Qué interés tenía en traer a sus compatriotas a Preston? Eran muchas preguntas para las cuales yo no tenía respuesta...
Poco tiempo después me enteré que Mister A había partido para New York con su inseparable Wong para atender, según dijo, "unos negocios"...Vaya Ud a saber de qué tipo...
Pasaron los días, las semanas, los meses, y en 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial con el ataque de la Alemania Nazi a Polonia. En 1941, los Estados Unidos entraron en la conflagración, luego del artero ataque japonés a Pearl Harbor. A finales de 1944, el chino José me contó que su pariente Wong había muerto en el desembarco de Normandía con el grado de sargento del ejército norteamericano... La vida tiene cosas realmente inexplicables, extrañas. Este chino que había llegado a Preston como inmigrante, supuestamente traído para proteger los intereses de alguien de dudosa "actuación", murió como un héroe...
Epílogo de un breve relato que no lo merece...
He querido con este relato de ficción, rendir un modesto homenaje a aquellos hijos del Celeste Imperio que fueron traídos a Preston a inicios del siglo XX . Las preguntas que hace el "narrador" casi al final, a estas alturas quedarán sin una respuesta plausible, pues el inexorable paso del tiempo ha borrado por completo ( o casi ) las huellas de su paso por nuestro terruño. Pero sí quiero decir algo sobre cómo era su vida. Mi querido padre, QEPD, me contaba que los chinos eran unos tremendos trabajadores, muy apreciados por la dirección norteamericana de la United Fruit Co. La mayoría eran puntistas, o "llenadores" de sacos del azúcar terminada. Cuando llegaba el llamado "tiempo muerto", se dedicaban a vender maní tostado, con azúcar y con sal, "calientico" como ellos decían con singular pregón. Muchos, o algunos de ellos, se asentaron en las áridas tierras de la entrada del pueblo, donde a fuerza de mucho y abnegado trabajo, cosechaban prácticamente TODA la verdura que se consumía en Preston. Con el paso del tiempo, no sólo adoptaron nombres "hispanos" como "José" y "Paco", sino que también unieron sus vidas con mujeres cubanas, y aún hoy, quedan los apellidos "Lam", "Long" y "Ling", aunque el idioma chino ya sus descendientes no lo hablan. A mediados de la década de los cincuenta y de los sesenta, muchos se fueron para la Habana, a vivir en lo que quedaba del China Town de la capital, con parientes, y dicen, que algunos regresaron a China para que sus restos descansaran en la tierra que los vio nacer. He sido muy cuidadoso a la hora de nombrar personas; sólo "Manolo" aquel personaje que creé para el cuento "Relatos de un Inmigrante" ha mantenido el suyo, porque "él", con la ayuda de Dios, seguirá contando "cosas" sobre Preston, el pueblo que lo acogió...Mister A, no es un personaje de ficción, no ha existido sólo en mi imaginación...Hasta donde yo sé, los chinos de Preston no tenían o pertenecían a una "Sociedad Secreta" como las que existían en California y en la Habana. Sí recibían un periódico en chino, que creo que se editaba en la Habana. Por último, según lo que me contaron viejos prestonenses, ya desaparecidos, es bastante probable que desde Preston y Antilla, se haya hecho contrabando de ron hacia Estados Unidos...
Dedico este relato a mi alumna Yunaisi Molina Lam, descendiente de quellos inmigrantes chinos que tanta vida le dieron a Preston.

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