lunes, 30 de octubre de 2023

Nunca se sabe

            NUNCA SE SABE....

Era el último viernes del mes de mayo de 1972, y yo tenía que ir a Santiago de Cuba por razones de trabajo.En esa época me desempeñaba como profesor de química y biología de la Facultad Obrera de Nicaro y viajaba periódicamente a la capital de la entonces provincia de Oriente, y viviendo en el Central Preston, era más fácil y barato, hacerlo por la vía férrea, aunque no tan rápido, pero como yo tenía que estar en Santiago a las 6PM, podía hacerlo así. Me levanté a las 4AM, y me dirigí hacia la ya desaparecida (como tantas y tantas cosas!), "estación de ferrocarril", donde ya se encontraba el "Gascar", un transporte creado por la United Fruit Company, para enlazar los "bateyes", de su extensa propiedad, dotado de un potente motor, y 30 confortables asientos, lamentablemente desaparecido también, con la excusa de que:"era americano y no había piezas de repuesto".....sin comentario.
Pocas eran las personas dispuestas a viajar a hora tan temprana, y conocidos, solamente dos: una señora de la cual no recuerdo el nombre, y Andrés, el protagonista principal de esta historia, que aún a la distancia de tantos años, está grabada en mi memoria con letras de fuego, y pronto comprenderán por qué.
Era el Sr. Andrés un hombre alto (más de seis pies), y atlético, de una fortaleza singular forjada, y puesta a prueba día tras día, levantando sacos de azúcar de 375 libras, y otros objetos pesados, en los muelles de Preston, Antilla, y Nicaro; era, según se decía, el mejor estibador de todas las brigadas de la antigua Provincia de Oriente, teniendo además, y cosa muy rara en los de su profesión, la reputación de ser un hombre honesto, sin vicios, servidor incondicional de su familia, a la cual adoraba, y de cualquiera que solicitara su ayuda. Así era Andrés, y creo haber hecho un retrato escueto, pero exacto de él, para que al final, el lector pueda reflexionar mejor, y sacar sus propias conclusiones.
El tren, formado por una locomotora con más de 25 años de explotación y cuatro vagones con duros asientos de madera, aún más antiguos, llegó con apenas cinco minutos de retraso, algo muy inusual en Cuba, donde el transporte luego de 1959, es un completo caos. El salir casi en hora, lo tomé como un buen augurio para el viaje, pero lo que bien comienza, no siempre termina de la misma manera, como pude comprobar con el transcurrir de las horas. En la estación de Herrera, desde donde partimos, abordamos el tren una gran cantidad de personas, en medio de un apagón, que ya eran parte del sobrevivir de los cubanos desde la década del '60; la Sra. X, Andrés y yo, que veníamos de Preston, subimos al tercer vagón; yo, me senté más o menos en el medio, en la parte derecha y la Sra. X en la misma línea, pero hacia el otro lado, y Andrés lo hizo en la parte trasera, con ventanilla a su derecha......esta ubicación la recuerdo como si fuera hoy; hay recuerdos que dejan huellas indelebles en nuestra memoria, según la sicología, porque están enlazados con otros que los refuerzan, y creo que está en lo cierto.
Llegamos a Cueto, pasadas las 5:25 AM cuando ya comenzaba a amanecer, saliendo 15 minutos después; el traqueteo del tren y la dureza de los asientos, evitaba que yo pudiera dormir, pues era lanzado de un lado a otro con bastante frecuencia, por lo que me limité a mirar el paisaje por demás aburrido, conformado por bohíos destartalados, que indicaban la extrema pobreza de sus moradores, y caña, mucha caña, que en los días que corren ya no se siembra, por el caótico estado de una industria azucarera desmantelada; la extrema pobreza de los campos cubanos, a lo largo y ancho de la isla, a pesar de las promesas de centenares de políticos, siempre me ha llamado la atención y me ha hecho meditar mucho; un día escribiré sobre este tema....Retomando el relato, nuestro traqueteante tren, llegó a Alto Cedro ya con retraso, pues paraba tan frecuentemente, que un Sr., que me pareció de origen haitiano, y que caminaba por el pasillo, dijo:- "Por eso este tren llamarse el Lechero".,lo cual provocó algunas carcajadas. Pasadas las 7 AM, salimos de Alto Cedro con rumbo a Mangos de Baraguá, lugar al que NUNCA llegamos....no habían transcurrido 35 minutos, cuando fui tirado, hacia el pasillo, golpeándome en el hombro izquierdo con el brazo del asiento, porque el tren corría inclinado, fuera por completo de los rieles, sus redondas ruedas de acero, y supe, al igual que todos, que el tren se había descarrilado. Dentro del vagón todo era un caos, pero Andrés se había colocado de forma tal que bloqueaba la puerta de salida, y con su enorme fuerza, evitaba que las personas, que habían entrado en pánico, se arrojaran fuera del tren, cosa que hubiera provocado su muerte inmediata, y me gritaba:-Raúl, las ventanas!! Yo, sobreponiéndome al golpe recibido, y ayudado por el haitiano cómico, y otros hombres, con apariencia de campesinos, comenzamos a gritarles a todos, que no se tiraran por las ventanas....aquello era horrible; un señor, golpeó en la cabeza a otro que con un niño en brazos, pugnaba por avanzar hacia una ventana y lo tiró al suelo, apoderándose del niño; yo alcancé a tomar a otra del brazo, y con la otra mano, sujeté fuertemente a su pequeño hijo.....aquello era un pandemónium y el tren, seguía corriendo fuera de su camino normal, inclinado....la sensación fue tan horrible, que aún hoy, cuando han pasado casi 37 años, me estremezco al recordar aquella espantosa experiencia, que me puso por primera vez, al borde de la muerte; de momento, el tren se detuvo, y todos nos fuimos hacia adelante, lo que provocó nuevos golpes y gritos: el maquinista había logrado detener la locomotora, había ocurrido un milagro. Las dos puertas, que habían sido bloqueadas por Andrés y otro señor corpulento, fueron abiertas, y comenzaron a salir los pasajeros, golpeados, con laceraciones, y las mujeres y los niños, llorando todavía por la impresión de lo vivido, pero gracias a Dios, VIVOS. Varios hombres, entre ellos Andrés, caminamos hacia la delantera del tren, y pudimos percatarnos, horrorizados, que la locomotora se había detenido apenas a 300 metros!, de un puente sin barandas, que unía dos orillas separadas por un barranco, cavado por la naturaleza hace cientos de años, eso sólo Dios lo sabe, y de una alucinante profundidad. Estuvimos a sólo segundos de morir de una forma horrible; sin embargo, milagrosamente, salvo muchos golpes, magulladuras y un gran susto, no hubo otra cosa que lamentar. Seguidamente, los pasajeros recogieron sus equipajes, y comenzaron a abandonar la zona del accidente; Andrés, la Sra. X, y yo, caminamos juntos hasta un entronque de dos caminos, donde pude montarme en un camión que me llevó a Santiago sin otros contratiempos; mis compañeros de viaje decidieron ir para Palma Soriano y no los volví a ver más.
Pasó un mes, y un jueves de julio yo me encontraba cenando en el restaurante "Las Palmas" de Nicaro, cuando se me acercó un amigo y me dijo:"Ha ocurrido una desgracia en los muelles, un estibador se ahogó cuando trataba de coger un paquete que un griego lanzó al agua";aclaro que los tripulantes de los barcos, acostumbraban arrojar pequeños paquetes al agua, para que trabajadores cubanos de los puertos, se lanzaran al mar para apoderarse de ellos, y que dentro de los pequeños bultos, iban medias de mujer, cajetillas de cigarros americanos, y otras baratijas que en Cuba no se podían obtener, pero que tenían (y tienen), mucha demanda, y que por ese motivo, el pobre Andrés, pues ya el lector se habrá dado cuenta que no podía ser otro, se había tirado al agua para hacerse creo que de dos pares de medias de mujer, un reloj, y dos cajetillas de cigarros Pallmall, y según se dijo, al tirarse desde una altura considerable e impactar el agua, le había dado un infarto; cuentan además, que cuando lo sacaron del fondo, tenía fuertemente agarrado, el pequeño paquetito......Mucho se habló en aquella época, de los motivos que tuvo para hacer tamaño disparate, que si lo hizo para regalarles las medias a una amante que tenía en Nicaro, o para pagar una deuda de juego,...vaya Ud. a saber, pero los que lo conocieron, afirman que él dijo:"esas son para mi esposa", y como el tenía fama de ser un caballero, se quedan con esta última hipótesis. Pero fíjense que extraña es la vida, no murió en un descarrile de un tren, cuando las posibilidades eran tantas para que así fuera; por qué, sólo Dios sabe....por eso es más fácil responder a la pregunta: Cómo fue, que a la interrogante: por qué fue. Medite el que quiera, pero la verdad es que: NUNCA SE SABE...
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Tú, Desibel Delacruz Perez, Marian Agudo Castellanos y 11 personas más
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