jueves, 21 de junio de 2018

El Cementerio de Preston

                          A la entrada de Preston, en una curva, a la que le da nombre, se encuentra el Cementerio, delimitado a la derecha y al fondo por un manglar, y por lo que sé, es el único con esas características. Sus árboles principales son las casuarinas y los Flamboyanes, cuyas grandes flores rojas, sirven a los deudos, para depositarlas con respeto en las tumbas de sus seres queridos.
A los 60 años de edad, a los 75 años de edad, a los 81 años de edad...Las calles de hierba del cementerio repiten como una cantinela la edad de los ocupantes de los pocos nichos y tumbas que si de algo carecen ya es precisamente de edad. Desde que expiraran, cumplen los años al revés. Fallecido a los 70 años de edad, a los 55 años de edad, a los 35 años de edad... De súbito, el ritmo se quiebra y aparece un muerto de 20 años de edad, o de dos años de edad, incluso de unos meses o unos días de edad. Se libraron de la vida, o se la perdieron, no hay forma de adivinar qué habría sido de ellos o de nosotros si hubieran resistido hasta los 95 años de edad y hubieran tenido descendientes de equis años de edad.
Abundan las flores de plástico, que no presuponen un muerto artificial, ni siquiera un dolor falsificado, sino la carencia de flores naturales muy difíciles de encontrar en mi querido terruño ( como otras tantas cosas...). La arquitectura mortuoria, básicamente de cemento y a veces denotada tan solo por una cruz del mismo material o de acero sobre la tierra, tan monótona y pese a ello tan diversa, genera también diseños emocionales tópicos e inauditos a la vez. Se va uno volviendo de cemento a medida que recorre los trillos y calles de hierba de la necrópolis...
Nosotros morimos extrañamente en los difuntos mientras ellos reviven extrañamente en nosotros, es una paradoja en la cual siempre he pensado cuando visitaba el cementerio de Preston. Pensaba que era motivado por la humildad de las tumbas, o por el olor a tierra húmeda característico del lugar,  pero cuando fui por primera vez al cementerio de Miami donde reposan los restos de tantos familiares muertos en el exilio, también pensé lo mismo, a pesar de que en este último, el mármol de Carrara y cristalería de Venecia, adorna los nichos y tumbas de los que tuvieron con qué pagar tales "caprichos"...Ah! No hay un lugar mejor para meditar sobre la brevedad e ilusión de la vida que un cementerio, y el de Preston, no es una excepción...
Siempre me llamó la atención un panteón vacío con el nombre anglosajón de una niña de 15 años, en el cual hay un angel con las alas abiertas y el día que mi madre falleció, fui con mi padrino Enrique para preparar nuestra bóveda, y éste me dijo que ahí habían enterrado una niña norteamericana que había muerto de unas fiebres muy extrañas creo que en 1932. El cementerio de Preston no entiende de nacionalidades, como tampoco otros en otras partes, pues como bien dice Miguel Hernández, el gran poeta español, en su poema Pueblo Blanco: "Morir y vivir es...indiferente"....
        Yo acostumbraba rezar un Rosario frente a la tumba de mis seres queridos, pidiéndole a Dios por su descanso Eterno. Y lo hacía, no solamente en fechas señaladas, como el Día de las Madres o el de los Padres, sino cuando sentía la necesidad de estar junto a ellos. Varias veces me quedé meditando hasta que caía el sol, quizás pensando que podría verlos de nuevo, pero Dios nunca me concedió ése deseo. Pero varias personas serias de Preston, me contaron que, en atardeceres y de noche, se podía ver la silueta de la "Niña americana que estaba enterrada en nuestro cementerio"...Vaya Ud a saber. Nunca tuve temor en ninguna de las innumerables visitas que realicé al Camposanto de nuestro terruño.
         Los fantasmas de Preston yacen en las almas de los que aún vivimos, en la tierra que lame la península de Punta de Tabaco, bañada a su vez, por las aguas generosas de la Bahía de Nipe, o en el exilio americano o europeo...Los fantasmas de Preston nunca morirán porque son su MEMORIA...y un día nosotros mismos seremos fantasmas que seguirán su recorrido por la MEMORIA, en las almas de los que continúen viviendo, garantizando así su ETERNIDAD..
Aquí en la diáspora, ahora pienso firmemente, que nunca a mi querido pueblo, podrán quitarle el Camposanto, donde reposan los huesos de los que se quedaron y de algunos que regresaron, y además porque es el Alma del pueblo y el Alma es Inmortal!