viernes, 28 de junio de 2019

La Poesía cubana

                           Siempre que recuerdo mi juventud, termino "viendo" en mi mente, poemas de Buesa. Eran tiempos difíciles, de hambre, necesidades de todo tipo, miseria y "adoctrinamiento". Pero en la Literatura encontré una vía de escape, y en la poesía, una forma de ver la vida diferente. Todavía en los años de mediado de los '60 se podían escuchar en la Habana y Santiago, algunas canciones románticas, en los famosos "Traganíqueles" ( hasta que los desaparecieron en el año'70 ), y a mi me gustaba esa "forma" de poesía popular. Vicentico Valdés, Matamoros y Rolando Laserie, por citar sólo algunos ya casi olvidados. Así es la vida de injusta...
                           José Ángel Buesa nació el 2 de septiembre de 1910 en Cruces, Cienfuegos, Cuba. - Murió  el 14 de agosto de 1982 en Santo Domingo, República Dominicana. Empezó a escribir versos a muy temprana edad, luego llegó a convertirse en un notable exponente del neo-romanticismo. Su excelente manejo del lenguaje y exquisita sensibilidad, lo llevaron a obtener una inmensa popularidad en su país natal. Su obra fue musicalizada, también recitada y grabada, y difundida en casi 40 discos de larga duración. Varios de sus poemas fueron traducidos al inglés, portugués, ruso, polaco, japonés y chino. Fue también novelista y escritor de libretos para la radio y televisión cubanas, y fungió como director de célebres programas radiales en las estaciones RHC-Cadena Azul y CMQ, ya inexistentes.
Estudió en el colegio de los Hermanos Maristas, para después trasladarse a La Habana donde se incorporó a grupos literarios. Allí, a la edad de 22 años (en 1932) empezó a publicar obteniendo gran éxito inmediatamente. En los años finales de su vida, se vio obligado a abandonar Cuba para empezar una peregrinación que lo llevó a: España, Islas Canarias, El Salvador, y finalmente aSanto Domingo (República Dominicana)  Donde continuó dedicado a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Enríquez Ureña.
Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La vejez de Don Juan, Odas por la victoria y Muerte diaria (todas publicadas en 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo oasis, Poeta enamorado (ambas de 1949) y Poemas prohibidos (1959). Su libro Oasis (1943) se reeditó en más de 26 ocasiones, así como Nuevo Oasis. Algunas colecciones de sus poemas son: Doble antología (1952) y Los mejores poemas (1960). Póstumamente se han editado las antologías Pasarás por mi vida (1997) y Nada llega tarde (2001).
                      Increíblemente, un hombre que fue catedrático de la principal Universidad de Dominicana, no lo recuerdan. La mayoría de los dominicanos no conocen de su existencia. Yo he estado en Dominicana dos veces, y le he preguntado a muchos dominicanos, y no saben nada de él. Algunos me prometieron que iban a averiguar...Ah la Vida!
                    Les comparto el poema del Renunciamiento de este gran escritor cubano:
                          Poema del Renunciamiento
    Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nácar virginal de tu frente,
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,
soñaré con tus labios desesperadamente,
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.

Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
—el tormento infinito que te debo ocultar—,
te diré sonriente: «No es nada... ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!