lunes, 27 de marzo de 2017

Tragedia en el colegio Félix Varela Morales de Preston

                        
                         Luego de almorzar copiosamente salí para la escuela a las 12 y 30 pm. Era un jueves de mayo de 1961. Cuando llegué al parque, vi que estaban jugando a las bolas ( canicas ) bajo un árbol de laurel que estaba frente a la escuela, y a un costado del humilde monumento al prócer José Martí. Tras años de continuo juego, la zona "pelada" de hierba bajo el árbol, se había extendido y consolidado, y la tierra apisonada casi diariamente, no permitía que la "pata de gallina"creciera.
                      Cuando llegué, les dije a los muchachos que tenía "bolas" para jugar y que quería incorporarme al juego. Este consistía en una "olla", que era un redondel, una circunferencia, en la cual se colocaban las canicas, de acuerdo al "pacto" previamente aceptado por todos los jugadores. El de ese día era cinco bolas por jugador, y éramos seis. Puse mis cinco bolas y me puse al final de la fila para lanzar el "tiro", que era una bola diferente en color y diseño, a las que estaban en la "olla", con tan buena suerte, que resulté ser el que más cerca cayó de la línea de salida, por lo que comencé de primero a tirar contra la "olla". Yo tenía mucha fuerza en mis dedos, y tiraba la bola con mucha velocidad y puntería, de tal forma, que acerté en el centro de la "olla", provocando que, por el impacto, salieran más de 8 bolas, de las 30 que se encontraban dentro, las cuales rápidamente fui a recoger, y cuando ya tenía cinco en mis manos, sentí que me empujaban, y caí hacia la izquierda. El que me había empujado era un muchacho grande, de 17 años ( yo tenía diez ), que se llamaba o le decían "Kibi" o "Kirbi", y que arremetiendo contra las "olla", arrampló con todas las bolas diciendo: "Rebo" ( que yo no sé por qué los que hacían esa sucia acción decían siempre "Rebo" y no "robo" como debía ser ). Pero cuando se iba a marchar, una mano lo cogió por el cuello de la camisa, lo detuvo y recibió la órden de soltar las bolas. Quien así había hablado y actuado, era Yubert, otro compañero de mi aula de quinto grado, que tenía 15 años, y era tan alto o más que Kibi, negro y de buen carácter, el cual se llevaba bien con todo el mundo en la escuela y que no era un abusador como Kibi. Este trató de soltarse y le contestó:
               - No voy a devolver nada, y suéltame negro 'e mierda! Y trató de golpear a Yubert, el cual esquivando el golpe, le dio un trompón que lo sentó en el duro suelo, obligándolo a abrir las manos y soltar las canicas.
              Acto seguido, Yubert lo arrastró hasta el cemento, y dijo:
              - Luis, Raúl, Pedro, recojan las bolas, que ya hay que entrar a la escuela. Y soltando a Kibi, le dijo:
             - Si yo me entero de que has abusado de estos muchachos, te voy a dar una golpiza que ni tu familia te va reconocer...Me has entendido? Responde!
            - Y Kibi con voz opaca y llena de miedo, dijo:
            - Sí, sí!! Y entonces Yubert lo soltó y salió para la escuela, pero no oyó cuando Kibi dijo:
            - Me la vas a pagar, negro! Vas a sangrar!
            Pero Luis y yo que estábamos recogiendo las  bolas para devolvérselas a los que estaban jugando, sí lo oímos, y en la fila, se lo dijimos a Yubert, el cual nos respondió:
            - No se preocupen muchachos, que perro que ladra, no muerde, y Kibi es un cobarde.
           Y nosotros, que apenas teníamos 10 años y un unos meses, le creímos, para luego aprender la dura lección de que los cobardes, son también traicioneros...
            Esa tarde de jueves, nos tocaba clases de Ciencias Naturales, con la excelente maestra Nani Pinto, a quien todos queríamos y respetábamos, pues a pesar de su juventud, tenía carácter y muchos conocimientos y sus clases eran amenas y bien dirigidas.
            Para poder comprender bien, les voy a dar cómo se encontraba dispuesta el aula, ( que es la que se encuentra, luego que se entra por la puerta principal, inmediatamente a la derecha, y recordando que la dirección ocupa el espacio justo frente al pasillo de la entrada principal ) antes de los hechos que originan esta triste historia.
           Yo me sentaba en la primera fila del extremo más alejado de la puerta del aula, junto a la ventana que daba al patio. A mi izquierda, también en primera fila, se sentaba Yubert, y dos asientos detrás de él, se sentó ese día Kibi. Recuerden bien esa disposición...
            Serían alrededor de las 2 y media, cuando Kibi le pidió permiso a Nani para ir a su casa a tomarse una medicina ( tenía un moretón encima del ojos derecho producto del golpe que le había dado Yubert ), y como vivía detrás de le escuela, Nani se lo concedió, pidiéndole que regresar rápido, y él dijo que así lo haría.
            Seguimos con la clase, que estaba muy interesante, y nadie se percató del regreso de Kibi, que me parece que ni pidió permiso para entrar...Serían más o menos las tres de la tarde, cuando inopinadamente, sin aviso, de forma artera, Kibi se levantó y sacó un machete que llevaba escondido en la espalda, y golpeó a Yubert en la cabeza diciendo:
            - Toma, negro'e mierda, pa' que te mueras! Y con el machete ensangrentado pasó junto a la maestra Nani, que estaba blanca como la cera, y con las manos pegadas a la pizarra. En cuanto salió, Nani corrió junto a Yubert, cuya cabeza, recostada a la tabla del asiento, sangraba profusamente, y me dijo:
           - Raulito, llama a la  Señora Pérez!! Corre!!
          - Yo salí como una exhalación, y al doblar hacia la dirección vi a la Directora que salía y le dije:
         - Venga Señora Pérez, al aula de quinto, que han  matado a Yubert!
         - Ella ya era una anciana, pero era muy respetada por todo el mundo. Vio a Yeya, una de las conserjes ( era la que vendía y repartía la merienda ) y le gritó:
         - Yeya, sal y busca un carro que hay un niño herido!! Corre!!
         - Y entro al aula, la cual, como podrán comprender, estaba en chock. Por un lado los llantos de las niñas, y por el otro los estertores que emitía Yubert, al cual Nani le había cubierto la cabeza con la camisa de un alumno, la cual ya estaba tinta en sangre...
        Amigos míos han pasado más de 56 años y aquella escena dantesca aún está grabada en mi mente, y dudo mucho que se borre...
         El tiempo pasaba y Yubert no daba señales de vida. Pasados unos momentos, entraron cuatro hombres, que habían acudido al pedido de auxilio de Yeya, al igual que un carro, que no recuerdo de quién era. Los hombres cargaron a Yubert entre todos, con mucho cuidado y bajo la atenta mirada triste, de señora Pérez y la maestra Nani. Montaron a Yubert en el carro y lo llevaron para el hospital. Luego supimos que se lo habían llevado creo que para Holguín o Santiago en una ambulancia.
          El alumno herido era hijo de un señor muy querido en Preston, que era laboratorista en el hospital de Preston, el cual me sacó sangre en muchas ocasiones,  y al  todo el mundo  llamaba Yubert, por lo que intuyo que ése era su apellido.
          El que haya leído hasta aquí, se preguntará: " Murió el muchacho?" Pues no. Milagrosamente lograron salvarle la vida, gracias a los primeros auxilios que le prestó un cirujano en Preston, y a la tremenda fortaleza física de Yubert. Su familia en poco tiempo, se marchó de Preston y no he sabido más de ellos. Creo que alguien me dijo hace mucho tiempo, que Yubert había muerto, pero no estoy seguro de eso.
          A Kibi creo que lo detuvieron, y luego lo soltaron, porque él no estaba muy bien de salud. Tenía problemas de los nervios...Además nunca más volvió a la escuela, que en aquella época, se caracterizaba por tener alumnos de mucha edad, junto a otros que la tenían acorde al grado. tampoco sé si Kibi está vivo, pero sí que se integró a la sociedad y se convirtió en un chofer aceptable ( de un camión ).
         Este lamentable episodio que he narrado, junto a los asesinatos múltiples ocurridos entre las décadas de los '80 y los '90, han sido  los casos de "crónica roja" más sonados ocurridos en Preston, por lo menos, que yo recuerde...
          En las fotos que van acompañando a este relato pueden apreciar cómo era el colegio  primario Félix Varela Morales de Preston más o menos en la época en que ocurrieron los hechos y las 'bolas" o "canicas" con las que tanto nos divertíamos en aquellos recordados años...




jueves, 23 de marzo de 2017

Personajes Inolvidables de Preston XII. Pedro Merencio: El Rey de las fritas de Preston y otros recuerdos...

                            
                             En Preston todo era alegría cuando había zafra, pues más del 90% de los hombres trabajaban en la Fábrica de azúcar, conocida como "Central Azucarero", pero cuando llegaba el "Tiempo Muerto", las cosas cambiaban drásticamente para los que no tenían trabajo fijo todo el año, porque tenían que "inventar" para buscar el dinero para vivir hasta la próxima zafra.
                        Los chinos sembraban maní en su pequeño pedazo de tierra, frente la casona donde vivían detrás del Central, y lo vendían "garapiñado" ( con azúcar ) y con sal en cucuruchos de papel de estraza que guardaban en latas grandes para mantenerlos calientes. Si mal no recuerdo valían un medio y eran bien grandes, con mucho maní. Los chinos que vivían a la entrada del pueblo, sembraban hortalizas todo el año, que vendían por las calles de Preston a muy bajos precios, pero como todo era tan barato, les daba para vivir decorosamente.
                      Otros hombres que trabajaban en el Central, pasaban todo el "Tiempo Muerto" pescando, como Manuel El Isleño", Dominguillo y sus hermanos Pipe y Carmelo. Este último recuerdo que era el que traía pescado a mi casa, los jueves y viernes: El jueves, "serrucho" de tres o cuatro libras, que era el pescado que le gustaba a mi padre QEPD,  y el viernes, una buena ensarta de "curvinos" pequeños, que era lo que le gustaba a mi madre QEPD, para hacerlos bien fritos y empanizados. Había tantos peces de todas las especies en aquella época en la Bahía de Nipe, que los compradores los encargaban por especie y tamaño! Y estos excelentes pescadores sabían dónde ir a buscarlos y NUNCA fallaban...Recuerdo perfectamente verlos por las calles de Preston con el "remo" cargado de ensartas pregonando su preciosa mercancía, que generalmente vendían. Imagínense que mi madre pagaba 15 centavos! por la ensarta llena de curvinos, y veinte por una lata de chorizos "El Miño" como medida, llena de camarones ( más o menos 3 libras ).
                     Había un señor que se llamaba Pedro Merencio que era muy luchador, se buscaba la vida vendiendo "pirulíes", "chupicambias" y fritas. Amigos míos a pesar del tiempo que ha pasado ( más de 50 años ) yo aún guardo en mi memoria el sabor y el olor de aquellas fritas....
                   Pedro tenía un carrito de dos ruedas, parecido al de "Mongo", que tenía una especie de "parrilla", donde freía las fritas, que guardaba en la parte derecha en una bandeja cubierta por una servilleta muy blanca. Y al lado, ponía otra bandeja con la ensalada y detrás la botellita de Kepchut, todo escrupulosamente limpio. Las fritas las freía al pedido, y las ponía en un pan de bocadito, con una hojita de lechuga y una rueda de tomate...Eran exquisitas!! Cómo las hacía? No sé, y seguro que la receta se perdió en el tiempo, pero eran las mejores fritas que he comido en mi vida! Aquí en Miami, hay una "fritería" que se autotitula, "El rey de las fritas", y no son malas, pero con todo respeto, no son mejores que las que hacía el señor Pedro...ni tampoco de las que hacía mi madre, que era una magnífica cocinera, pero con su humildad característica decía que las de Pedro eran mejores que las que ella preparaba. Yo a estas alturas de mi vida, declaro un empate.
                 Sobre las 6 de la tarde, ya Pedro y su carrito estaban frente al tráfico, y comenzaban a llegar los compradores. Generalmente, mi madre me mandaba los viernes y sábado, y a veces iba con Pepe Gil, QEPD. En ocasiones había má de 8 personas esperando que les frieran las fritas, pues como ya he dicho, Pedro las hacía "al pedido". Amigos míos, qué olor tenían esas fritas! Cómo daba deseo de comerse unas cuantas! A esa misma hora, más o menos, ya los chinos comenzaban su pregón: "Maní, maní tota'o!", "caliéntico!", que llamaba a los vecinos a comprar otra de las delícias de aquella paradójica época, porque realmente el maní que vendían los chinos era excelente. Los chinos hacían un gran venta frente al cine, pues los que acudían a la función, generalmente compraban maní, para luego, al salir, comprar helado y otras "chucherías" en el Siglo XX de Servando Conde.
                Por la mañana Pedro vendía los "pirulíes", que ensartaba en un palo, y que costaban un centavo. Eran muy buenos también. Luego se hizo de una gran carretilla, y comenzó a vender "rallao", esa delícia fría con sabor a menta, fresa, cola, naranja...Y con ese negocio informal, tan variado, sacó adelante a su familia.
               Qué tiempos eran aquellos! Los mejores porque fueron los de mi infancia, junto a mis queridos padres y mi hermano, con vecinos muy buenos, y que forman parte de un pasado que siempre recuerdo con cariño y emoción.






Nota: No he encontrado en internet una foto de un "carro de fritas" ni antes, ni después del 'desastre" del '59, ni tampoco de un carro semejante al que usaba el chino "José" para vender sus vegetales...y cómo había en Cuba antes del '59! Tanto en Preston, como en santiago de Cuba.

martes, 21 de marzo de 2017

Santa Teresa de Jesús, Patrona de Preston

                         
Desde muy pequeño la Imagen de Santa Teresa de Jesús ha sido para mí como un faro para los navegantes: Mi Guía. Comencé mis estudios en la escuela católica que llevaba su nombre, y mis primeros encuentros con la Fe, fueron bajo su mirada. Cuando a finales de la década de los '90 del siglo pasado le propuse al Padre Juan, entonces párroco de Mayarí, la restauración de las imágenes de la Iglesia de Preston, sabía que la monumental tarea, comenzaría con la Imagen de Santa Teresa. Y así fue. Un grupo de católicos de Preston, bajamos la Imagen del Altar Mayor, hasta el lugar donde yo comenzaría a realizar mi labor, que se extendió por largos meses de noche y de día, con apagones e inclemencias del tiempo. Sólo entonces comprendí la magnitud y la relevancia de aquel regalo que le hiciera a la Iglesia de Preston y aus pueblo, aquella agradecida mujer católica norteamericana, pues aquella Imagen era sencillamente MARAVILLOSA! Sus hermosos ojos negros, con reflejos carmelitas, que parecían tener vida!, pues no eran pintados, sino de vidrio, y el artista que los hizo, supo inculcarles el aura de la Vida; su tamaño impresionante, de 2 metros y 3 centímetros realzaban su figura de Abogada de la Iglesia. Cuando concluí mi labor, la Imagen parecía nueva, y volvió a presidir desde su nicho, en lo alto del Altar Mayor, las ceremonias religiosas lamentablemente durante muy poco tiempo, porque ardió junto con la Iglesia, quemada por un loco fanático, y ahora solo queda su recuerdo en mi memoria, y en la de los que la vieron...
Quiero hacer un modesto homenaje a nuestra Patrona, y poner en conocimiento, del que así lo desee, una semblanza de la Santa, y algunos hechos relacionados con su insigne trayectoria de Fe.
He escogido la semblanza de la Madre Fundadora hecha por María de San José, monja carmelita entre 1585 y 1586.
Escribe así la monja carmelita:
" Era esta Santa de mediana estatura, antes grande que pequeña; tuvo en su mocedad fama de muy hermosa, y hasta en su última edad mostraba serlo. Era su rostro no nada común, sino extraordinario, y de suerte que no se puede decir ni redondo ni aguileño; los tercios de él iguales, la frente ancha e igual y muy hermosa, las cejas de color rubio oscuro con poca semejanza de negro, anchas y algo arqueadas; los ojos negros, vivos y redondos, no muy grandes, más bien puestos; la nariz redonda y en derecho de los lagrimales, para arriba disminuida hasta igualar con las cejas, formando un apacible entrecejo, la punta redonda y un poco inclinada para abajo, las ventanas arqueaditas y pequeñas y toda ella no muy desviada del rostro.
" Mal se puede con pluma pintar la perfección que en todo tenía: la boca, de muy buen tamaño; el labio de arriba delgado y derecho, el de abajo grueso y un poco caído, de muy linda gracia y color; y así la tenía en el rostro, que con ser ya de edad y muchas enfermedades, daba gran contento mirarla y oírla, porque era muy apacible y graciosa en todas sus palabras y acciones.
" Era gruesa más que flaca y en todo bien proporcionada; tenía muy lindas manos, aunque pequeñas; en el rostro, al lado izquierdo, tenía tres lunares levantados como verrugas pequeñas, en derecho unos de otros, comenzando desde abajo de la boca el que mayor era, y el otro entre la boca y naríz, el último en la naríz, más cerca de abajo que de arriba. Era en todo perfecta..."
El nombre de familia de Santa Teresa de Jesús fue Teresa de Ahumada. Hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz de Ahumada. El toledano. Ella de Olmedo. Instalados en Avila, donde nació Teresa el 28 de marzo de 1515. Familia numerosa, dice la misma Santa: "Eramos tres hermanas y nueve hermanos". Santa Teresa se crió en un ambiente familiar favorable a las letras y la cultura, y aprende a leer y escribir en edad muy temprana, quizás en torno a los seis o siete años.
En la vida de Teresa se suceden tres grandes jornadas.
Vive en la casa paterna hasta los 20 años: Teresa niña, adolescente y joven, asiste sucesivamente a la muerte de su madre, a la partida de varios hermanos rumbo a las Indias, y al proceso de lenta disolución del hogar.
A los 20 años opta por la vida religiosa, muy a pesar de su padre. Huye de casa una mañana de otoño -1.XI.1535- t entra a un monasterio de carmelitas de la Encarnación, extramuros de la ciudad. En él vivirá 27 años, en una comunidad monástica numerosa- cerca de 180 monjas -soportando y superando el trauma de una enfermedad grave, que marca su físico para toda la vida y, sobre todo, adentrándose en la "alta mar de la vida Espiritual". En torno a sus 40 años de edad, Teresa se siente introducir en una zona de experiencia mística que no sólo cambia el rumbo de su vida, sino que la define y da espesor humano y cristiano a su persona.
A los 47 años de edad, Teresa inicia su tercera jornada:sale de la Encarnación, funda el Carmelo de San José y poco después emprende su tarea de fundadora andariega. Viaja en carromato o a lomo de mula hasta Medina y Valladolid, hasta Alba de Tormes y Salamanca, hasta Beas y Sevilla y Andalucía, hasta Soria y Burgos..., para descansar finalmente en su lecho de muerte en Alba de Tormes ( 4 de octubre de 1582 ).
Teresa es escritora desde los 45 años hasta los 67. Las últimas páginas, rebosantes de frescor y galanura juvenil las escribe unos meses antes de morir: capítulo 31 del libro de las Fundamentaciones en que cuenta la accidentada fundación del Carmelo de Burgos.
De entre su vasta Obra, destaco su Castillo Interior, profunda meditación mística, extremadamente difícil de leer por su complejidad. Recuerdo que conversando una tarde frente a la Casa que sirve de Templo a Preston en los Muros, con el Padre Tomás Kerney sacerdote irlandés, le pregunté en cuál morada de las descritas por Santa Teresa en el Castillo Interior el se consideraba que estaba, me respondió: "No he pasado de la Primera!" Entonces le dije: " Si Usted Padre que ha entregado su vida a la misión de llevar la Palabra de Dios hasta los lugares más recónditos, que ha predicado con el ejemplo humilde de su vida, que ha estudiado teología dice que no ha pasado de la Primera, entonces yo, pobre pecador, ni siquiera puedo ver en la distancia, ninguna Morada"...
El primer Milagro hecho por Santa Teresa ocurrió en 1561, cuando le pidió al Señor Jesús que le devolviera la vida a su pequeño sobrino, que fue encontrado muerto. El niño volvió a la vida, en medio de las exclamaciones de Fe de los presentes...
Su obra poética está llena de la Mística que que siempre la acompañó. Como ejemplo, les doy su poema "Sobre aquellas palabras << dilectus meos mihi>>, que está inspirado en la palabra del Cantar Bíblico: "Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado"

Yo toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí,
Y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.

Santa Teresa de Jesús entregó toda su vida al servicio de Jesús, de Dios y de los humildes. Su ejemplo seguirá vivo siempre, no sólo en el Carmelo, sino en todos los católicos del mundo.



viernes, 10 de marzo de 2017

Una breve historia de una chica de Preston

                                 Los que leyeron "Relatos de un Inmigrante" quizás me recuerden. Soy Manolo, Manuel Enríquez.  Durante todos los años que viví en Cuba siempre tuve la costumbre de escribir las cosas más notables que me sucedieron o que me contaron, y de esa forma llené decenas de libretas escolares con mi letra apretada y llena de rasgos. La que les voy a contar ahora es la historia de una joven de Preston que ella me contó allá por el año 1965, cuando ya estaba instalado el régimen comunista que tanto daño le ha hecho al pueblo cubano, y que por cuya causa, me despedí para siempre de Cuba dos años más tarde.

                            A pesar de que he vivido mucho, y por lo tanto he visto mucho también, siempre recordaré a Marina, joven mujer que vi nacer y crecer en Preston hasta que se fue para la Habana en 1948 con su familia, porque su madre había heredado una pequeña casa en la Capital, y la familia no desaprovechó la oportunidad de "mejorar" que la vida les ofrecía. Marina tenía por esa época 18 años y era de una exhuberante belleza; alta, esbelta, con una pelo negro como el azabache que caía sobre sus bien torneados hombros, y remataba un cuerpo escultural. Y por supuesto, enseguida tuvo pretendientes y unos años después, se casó con un joven de la llamada "higth Life" de la Habana. Era la Habana de "ñico" Saquito, de Hemingway y del "Benny", con una gran vida nocturna, en la que había de "todo". Era la Habana que fue sacudida por una dictadura, que engendró otra dictadura. Era la Habana de los grandes contrastes, de los "convertibles" y los "llega y pon". En esa Habana de Cielo e infierno, vivió la heroína de esta breve historia ( no sé qué habrá sido de ella...a lo mejor está en los Estados Unidos o aquí mismo, en España, vaya Ud a saber..). Esto fue lo que me contó Marina:

                          Marina

                         Recuerdo cuando era novia de mi marido. No, perdón Manolo, todavía no era novia, pero él venía a buscarme para ir al cine o a salir a pasear y llegó un día y me invitó a su casa, para que conociera a sus padres. Era Nochebuena y él vino a buscarme ya tarde, como a las ocho, cuando ya yo creía que no vendría, y todo el mundo del edificio de enfrente salió al balcón a vernos, pero mi madre no salió al portal porque sabía que estaban mirando y ella estaba muy orgullosa de mí, porque mi novio era de "dinero" y venía a buscarme en un convertible para llevarme a cenar a su casa, y me dijo:
                       -  Niña, todo el barrio lo ha visto bien. Ahora tiene que casarse contigo. No nos hagas quedar mal.
                        Y recuerdo cómo me fui disgustada con mi madre. Era la noche de Nochebuena pero hacía mucho calor y yo iba muy preocupada, porque había cogido el único vestido presentable que tenía, que era uno de muy veraniego y para hacer "ver" que era por eso que me lo ponía, tan pronto como llegué a la "máquina*" le dije a mi novio:
                      - Frank, qué calor!    y él me respondió:
                      - Sí, tremendo. Quieres que baje la capota? Y le dije que no. El era así, muy considerado y muy educado y gentil.
                       Cuando llegamos a su casa, me sentí muy bien, porque todos estaban vestidos informales, aunque la casa quedaba en el "Country" y su padre estaba encantado conmigo y hasta me dijo que quería enseñrme a jugar al golf al otro día y decidimos comer en el jardín, aunque tomaríamos el aperitivo dentro de la casa. Me sentía muy bien allí con Frank y su hermano que estudiaba medicina y la madre que era una mujer muy joven y bella, algo así como una Mirna Loy cubana, muy distinguida y el padre de Frank que era alto y bien parecido y que no dejó de mirarme toda la noche. Yo había bebido un poco y estábamos en la sala, conversando, esperando a que el pavo quedara bien dorado y el padre de Frank me invitó a dar un viaje a la cocina. Recuerdo que me sentí mareada y que el padre de Frank me apretaba mucho el brazo hasta la cocina y como la casa estaba a media luz por el árbol de nevidad, me molestó mucho la luz tan clara, casi blanca, de la cocina. Fui y miré el pavo y entonces vi a la muchacha que nos había servido los tragos y que ayudaba al cocinero ( porque ellos eran muy ricos tenían un cocinero y no una cocinera ) y entonces fue que me percaté que la muchacha no era vieja y recordé que la madre de Frank me había dicho algo como que no tenía experiencia y cuando la vi a la luz de la cocina, cómo iba de la mesa con las ensaladas, al lavadero y al refrigerador y no miraba para donde estábamos nosotros NUNCA y fue entonces cuando me pareció que su cara me era conocida y vi que no era vieja y fue entonces que vi que era una muchacha que había sido compañera mía en la escuela cuando vivíamos en Preston, y que ella y su familia vivían en Broklyn cuando yo vivía casi en Bombosabana, y que hacía como diez años, desde que vinimos mi familia y yo para la Habana que no la veía. Estaba tan vieja Manolo, tan acabada y tenía mi edad, mi misma edad y había jugado conmigo cuando éramos niñas y éramos muy amigas y las dos estábamos enamoradas de Jorge Negrete, el cantante mexicano que veíamos en las noches "mexicanas" ( martes y jueves ) del cine de Preston, y nos sentábamos en la acera de mi casa por las noches y hacíamos planes para cuando fuéramos mayores...Y a mí Manolo, me dio una pena terrible saludarla y reconocerla, porque ella se iba a sentir muy mal, tanta, que salí de la cocina. Luego, otra vez en la sala, por poco voy a la cocina y la saludo, porque pensé Manolo, que en realidad no la había saludado porque tenía miedo, tuve miedo que la familia de Frank supiera que yo era del campo y había sido tan pobre como ella. Por eso no fui. 
                       La comida se demoraba, yo no sé; algo pasaba con el pavo y seguíamos tomando y entonces, el hermano de Frank  quiso enseñarme toda la casa y me llevó primero a ver el cuarto de Frank, y luego fui al cuarto del hermano, y no sé por qué me senté en la cama, grande y cómoda y quise acostarme, pero no lo hice y el hermano de Frank se acercó a mí y me besó suavemente en los labios, una, dos tres veces y yo me aparté y le dije que parara, y no sé cómo salí de ese cuarto ni cómo bajé las escaleras ni cómo me senté en la mesa del patio a comer. Sólo recuerdo, Manolo, las veces que el hermano de Frank me besó y que yo le devolví los besos. El mantel de la mesa del patio era muy fino, de hilo y me sirvieron a mí primero y yo miraba las lascas de pavo, muy cocinadas, en su salsa marrón, pero yo sólo crucé los cubiertos sobre el plato, bajé las manos y me puse a llorar...Y luego pensé que le había echado a perder la Nochebuena a aquellas personas que habían sido tan gentiles conmigo y regresé a mi casa, atormentada y triste, y entré tan sigilosamente, que ni mi madre me sintió llegar...

                   Y esa fue la historia que me contó Marina, pero no me la contó completa, y yo no le dije que la conocía TODA. Marina no se casó con Frank, sino con su hermano. Ella después de aquella noche continuó viéndose con Roberto, que así se llamaba el hermano de Frank, y comenzó a acostarse con él y un día salió embarazada, y se lo contó a Roberto y él decidió casarse con ella. Pero en la noche de bodas, fueron  a pasar la Luna de miel en Varadero, y esa misma noche Roberto salió sólo para buscarle un bocadito a Marina, y no regresó, porque tuvo un tremendo accidente a la entrada de la Habana, y luego de estar tres días en coma, falleció. Y la familia NUNCA le perdonó a Marina lo que había hecho, y estuvieron frío con ella, a pesar de que la ayudaron cuando nació la niña, y que luego, dos años después, le quitaron a su hija y se la llevaron para Nueva York, alegando que Marina llevaba una "vida inmoral", de "artista", pues Marina se convirtió en una reconocida cantante de la "vida nocturna" de la Habana...Y Marina NUNCA más volvió a ver a su hija...Qué cómo yo sé todo esto? Porque aquella muchacha que vio Marina de criada en la casa donde pasó la Nochebuena que se llama Berta es la hermana de la esposa de un sobrino mío: y esa humilde joven, fue ayudada por una familia rica de la Habana, y estudió magisterio, graduándose de maestra y ahora ejerce en Mayarí. Berta y Marina se volvieron a encontrar, y renaudaron la amistad de la niñez, y Marina le contó todo a Berta, buscando su apoyo ante las duras pruebas por las que estaba pasando. Amigos míos la vida es dura para el que no tiene medios para enfrentarla, y más en aquela época. Por eso yo no juzgo a nadie, pues ha habido y habrá muchas "Marinas" que tratan de huir de la realidad asfixiante de un pequeño pueblo, para arriesgarse a probar fortuna en grandes ciudades, y afrontar con valor un destino incierto, porque al fin y al cabo, todos vamos a morir y hay que aprovechar mientras se tenga vida. La Habana siempre ha sido, más allá de sus luces y sus sombras, una ciudad dura. Un día, cuando yo no esté, alguien publicará todas estas historias que duermen el sueño de lo eterno, en las libretas escolares que guardo conmigo. Hasta ese entonces, me despido...