lunes, 27 de marzo de 2017

Tragedia en el colegio Félix Varela Morales de Preston

                        
                         Luego de almorzar copiosamente salí para la escuela a las 12 y 30 pm. Era un jueves de mayo de 1961. Cuando llegué al parque, vi que estaban jugando a las bolas ( canicas ) bajo un árbol de laurel que estaba frente a la escuela, y a un costado del humilde monumento al prócer José Martí. Tras años de continuo juego, la zona "pelada" de hierba bajo el árbol, se había extendido y consolidado, y la tierra apisonada casi diariamente, no permitía que la "pata de gallina"creciera.
                      Cuando llegué, les dije a los muchachos que tenía "bolas" para jugar y que quería incorporarme al juego. Este consistía en una "olla", que era un redondel, una circunferencia, en la cual se colocaban las canicas, de acuerdo al "pacto" previamente aceptado por todos los jugadores. El de ese día era cinco bolas por jugador, y éramos seis. Puse mis cinco bolas y me puse al final de la fila para lanzar el "tiro", que era una bola diferente en color y diseño, a las que estaban en la "olla", con tan buena suerte, que resulté ser el que más cerca cayó de la línea de salida, por lo que comencé de primero a tirar contra la "olla". Yo tenía mucha fuerza en mis dedos, y tiraba la bola con mucha velocidad y puntería, de tal forma, que acerté en el centro de la "olla", provocando que, por el impacto, salieran más de 8 bolas, de las 30 que se encontraban dentro, las cuales rápidamente fui a recoger, y cuando ya tenía cinco en mis manos, sentí que me empujaban, y caí hacia la izquierda. El que me había empujado era un muchacho grande, de 17 años ( yo tenía diez ), que se llamaba o le decían "Kibi" o "Kirbi", y que arremetiendo contra las "olla", arrampló con todas las bolas diciendo: "Rebo" ( que yo no sé por qué los que hacían esa sucia acción decían siempre "Rebo" y no "robo" como debía ser ). Pero cuando se iba a marchar, una mano lo cogió por el cuello de la camisa, lo detuvo y recibió la órden de soltar las bolas. Quien así había hablado y actuado, era Yubert, otro compañero de mi aula de quinto grado, que tenía 15 años, y era tan alto o más que Kibi, negro y de buen carácter, el cual se llevaba bien con todo el mundo en la escuela y que no era un abusador como Kibi. Este trató de soltarse y le contestó:
               - No voy a devolver nada, y suéltame negro 'e mierda! Y trató de golpear a Yubert, el cual esquivando el golpe, le dio un trompón que lo sentó en el duro suelo, obligándolo a abrir las manos y soltar las canicas.
              Acto seguido, Yubert lo arrastró hasta el cemento, y dijo:
              - Luis, Raúl, Pedro, recojan las bolas, que ya hay que entrar a la escuela. Y soltando a Kibi, le dijo:
             - Si yo me entero de que has abusado de estos muchachos, te voy a dar una golpiza que ni tu familia te va reconocer...Me has entendido? Responde!
            - Y Kibi con voz opaca y llena de miedo, dijo:
            - Sí, sí!! Y entonces Yubert lo soltó y salió para la escuela, pero no oyó cuando Kibi dijo:
            - Me la vas a pagar, negro! Vas a sangrar!
            Pero Luis y yo que estábamos recogiendo las  bolas para devolvérselas a los que estaban jugando, sí lo oímos, y en la fila, se lo dijimos a Yubert, el cual nos respondió:
            - No se preocupen muchachos, que perro que ladra, no muerde, y Kibi es un cobarde.
           Y nosotros, que apenas teníamos 10 años y un unos meses, le creímos, para luego aprender la dura lección de que los cobardes, son también traicioneros...
            Esa tarde de jueves, nos tocaba clases de Ciencias Naturales, con la excelente maestra Nani Pinto, a quien todos queríamos y respetábamos, pues a pesar de su juventud, tenía carácter y muchos conocimientos y sus clases eran amenas y bien dirigidas.
            Para poder comprender bien, les voy a dar cómo se encontraba dispuesta el aula, ( que es la que se encuentra, luego que se entra por la puerta principal, inmediatamente a la derecha, y recordando que la dirección ocupa el espacio justo frente al pasillo de la entrada principal ) antes de los hechos que originan esta triste historia.
           Yo me sentaba en la primera fila del extremo más alejado de la puerta del aula, junto a la ventana que daba al patio. A mi izquierda, también en primera fila, se sentaba Yubert, y dos asientos detrás de él, se sentó ese día Kibi. Recuerden bien esa disposición...
            Serían alrededor de las 2 y media, cuando Kibi le pidió permiso a Nani para ir a su casa a tomarse una medicina ( tenía un moretón encima del ojos derecho producto del golpe que le había dado Yubert ), y como vivía detrás de le escuela, Nani se lo concedió, pidiéndole que regresar rápido, y él dijo que así lo haría.
            Seguimos con la clase, que estaba muy interesante, y nadie se percató del regreso de Kibi, que me parece que ni pidió permiso para entrar...Serían más o menos las tres de la tarde, cuando inopinadamente, sin aviso, de forma artera, Kibi se levantó y sacó un machete que llevaba escondido en la espalda, y golpeó a Yubert en la cabeza diciendo:
            - Toma, negro'e mierda, pa' que te mueras! Y con el machete ensangrentado pasó junto a la maestra Nani, que estaba blanca como la cera, y con las manos pegadas a la pizarra. En cuanto salió, Nani corrió junto a Yubert, cuya cabeza, recostada a la tabla del asiento, sangraba profusamente, y me dijo:
           - Raulito, llama a la  Señora Pérez!! Corre!!
          - Yo salí como una exhalación, y al doblar hacia la dirección vi a la Directora que salía y le dije:
         - Venga Señora Pérez, al aula de quinto, que han  matado a Yubert!
         - Ella ya era una anciana, pero era muy respetada por todo el mundo. Vio a Yeya, una de las conserjes ( era la que vendía y repartía la merienda ) y le gritó:
         - Yeya, sal y busca un carro que hay un niño herido!! Corre!!
         - Y entro al aula, la cual, como podrán comprender, estaba en chock. Por un lado los llantos de las niñas, y por el otro los estertores que emitía Yubert, al cual Nani le había cubierto la cabeza con la camisa de un alumno, la cual ya estaba tinta en sangre...
        Amigos míos han pasado más de 56 años y aquella escena dantesca aún está grabada en mi mente, y dudo mucho que se borre...
         El tiempo pasaba y Yubert no daba señales de vida. Pasados unos momentos, entraron cuatro hombres, que habían acudido al pedido de auxilio de Yeya, al igual que un carro, que no recuerdo de quién era. Los hombres cargaron a Yubert entre todos, con mucho cuidado y bajo la atenta mirada triste, de señora Pérez y la maestra Nani. Montaron a Yubert en el carro y lo llevaron para el hospital. Luego supimos que se lo habían llevado creo que para Holguín o Santiago en una ambulancia.
          El alumno herido era hijo de un señor muy querido en Preston, que era laboratorista en el hospital de Preston, el cual me sacó sangre en muchas ocasiones,  y al  todo el mundo  llamaba Yubert, por lo que intuyo que ése era su apellido.
          El que haya leído hasta aquí, se preguntará: " Murió el muchacho?" Pues no. Milagrosamente lograron salvarle la vida, gracias a los primeros auxilios que le prestó un cirujano en Preston, y a la tremenda fortaleza física de Yubert. Su familia en poco tiempo, se marchó de Preston y no he sabido más de ellos. Creo que alguien me dijo hace mucho tiempo, que Yubert había muerto, pero no estoy seguro de eso.
          A Kibi creo que lo detuvieron, y luego lo soltaron, porque él no estaba muy bien de salud. Tenía problemas de los nervios...Además nunca más volvió a la escuela, que en aquella época, se caracterizaba por tener alumnos de mucha edad, junto a otros que la tenían acorde al grado. tampoco sé si Kibi está vivo, pero sí que se integró a la sociedad y se convirtió en un chofer aceptable ( de un camión ).
         Este lamentable episodio que he narrado, junto a los asesinatos múltiples ocurridos entre las décadas de los '80 y los '90, han sido  los casos de "crónica roja" más sonados ocurridos en Preston, por lo menos, que yo recuerde...
          En las fotos que van acompañando a este relato pueden apreciar cómo era el colegio  primario Félix Varela Morales de Preston más o menos en la época en que ocurrieron los hechos y las 'bolas" o "canicas" con las que tanto nos divertíamos en aquellos recordados años...




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