viernes, 13 de septiembre de 2019

La envidia y el odio

                   La envidia es tan mala como el odio, y ambos son bajas pasiones. Para muchos, la envidia y el odio tienen su origen y consecuencia en la Condición Humana, y como el ser humano es una Razón Social, que tiene que interaccionar en Sociedad para poder desarrollarse, pues entonces es inevitable que existan. Pero no es tan así. NO hace falta Odiar y Envidiar para poder vivir...

 Pero la envidia no es desear lo que tienen los demás, cosa bastante natural sobre todo cuando uno tiene poco. Lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que, el envidiado, NO tenga lo que tiene, de que no sea verdad que lo tenga, que no sea cierto su éxito o no sea tanta como parece su riqueza material. La verdadera ENVIDIA se centra imaginariamente en el otro, en el envidiado, más que en uno mismo. La envidia se lleva sólo por dentro, en le intimidad subjetiva, pues su manifestación podría parecer y sentirse como una declaración de inferioridad. El envidiado, por su parte, muchas veces ni se entera que lo es, siendo el envidioso el que verdaderamente lo pasa mal. La envidia puede ser más fuerte y corrosiva cuando se genera de arriba a abajo, es decir, cuando es el superior el que envidia al inferior, una envidia que puede agravarse cuando el inferior es más joven o más listo. Envidias de ése tipo se dan especialmente en el trabajo y en todas las relaciones jerarquizadas. Verse superado por un inferior es siempre muy doloroso, salvo en situaciones en que el superior pueda atribuirse todo, o parte del éxito y atributos del subordinado. La proximidad puede ser también un factor altamente propiciador de la ENVIDIA. Se ha dicho, no sin falta de razón, que la envidia del AMIGO puede ser peor que el ODIO del enemigo. Al primer ministro británico Winston Churchill se le atribuye una frase lapidaria muy relevante, que viene al caso: " En la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido". Esta sentencia arroja luz particularmente sobre la envidia próxima, la que nos producen los éxitos de los propios compañeros, de trabajo o estudios, o los vecinos, vaya Ud a saber,  y que puede a veces hacer más deseable el éxito de los adversarios que el propio si lo protagonizan compañeros o colegas, o vecinos a los que envidiamos. Aunque no siempre ocurre, en ese tipo de ENVIDIA entre próximos, cuando tiene lugar, sea en política, en el trabajo o en cualquier ambiente social de connotación competitiva, se hace necesario tener en cuenta que las "felicitaciones" o el comportamiento hipócrita de los "amigos" o "compañeros" puede no ser más que una "tapadera" de su envidioso sentimiento. Cuando ese tipo de envidia tiene lugar en la familia, particularmente entre hermanos, puede ser altamente dolorosa y corrosiva, mucho más para el envidioso, que para el envidiado. 

                                                Cómo podemos evitar la envidia? Se puede evitar la envidia? Después de haber vivido 69 años, aún, y quizás nunca, pueda responder a esa pregunta, pero pienso que, la clave para tratar de evitar la envidia está en ser capaces de EVITAR  hablar mal del "envidiado", o hacerle cualquier tipo de daño, como negarle cosas, marginarlo, difamarlo, ofenderle o maltratarle psíquica o físicamente, en fin, ser capaces de evitar la hostilidad hacia el envidiado. En definitiva, ¿ Por qué ser tan celosos de que a los demás les vayan bien las cosas, si eso a nosotros no nos perjudica? Las inercias y energías competitivas siempre están mejor empleadas cuando las utilizamos para competir con nosotros mismos y superarnos, que cuando las dedicamos a tratar de denigrar a quienes envidiamos, u odiamos.

                               El odio es la aversión hacia un ser humano o una "cosa", que puede ser tangible o no. El Odio puede generar envidia y viceversa, porque el odio es una pasión enferma, capaz de generar otras del mismo tipo. Envidiamos algo a a alguien por lo que se tiene o tiene, pero cuando se odia, se odia por lo que se ES o por lo representa, más allá de sus posesiones: no se desea poseer algo suyo, sino que todo, TODO cuanto tenga que ver con él desaparezca. Y así, lo ODIADO será SIEMPRE odiado, por mucho que cambien sus predicados, por mucho que trate de aproximarse a nosotros, por mucho que se transforme: Al que se odia profundamente no se quiere educar y ennoblecer en ABSOLUTO, sino más bien todo lo contrario, pues no son sus defectos los que los que molestan, sino sus VALORES, y por tanto, NUNCA se querrá ver mejor, sino objetivamente PEOR. Así de malo es el odio. Por eso, el que enseña a odiar, es extremadamente peligroso, porque lo hace con el afán de destruir.
                          Amigos que me leen, el antídoto contra el Odio y la Envidia es la HUMILDAD. Eduquen a sus hijos en la HUMILDAD, enséñenles a ser humildes, tal y como predicó el Señor Jesús, y verán como no son capaces de practicar esas bajas y enfermas pasiones. Por el bien de Ellos, de sus familias y de la sociedad, Háganlo!